es cierto que a menudo siento lo mismo. No puedo estar seguro del amor de nadie. También perdí a la única persona de la que estaba seguro de su amor. Estoy repugnado por esa criatura ingrata de dos patas llamada humano. Cada vez que veo a un ser humano, erizo mis espinas como un puercoespín. Porque en Turquía, cuando se dan cuenta de que eres alguien que no puede romper corazones y es inofensivo, casi hacen fila para menospreciarte. Cuando ven un pequeño destello de felicidad en ti, se lanzan a tu garganta para quitártelo. Hablan a las espaldas de los demás, pero cuando se encuentran cara a cara, sus falsos espectáculos de amistad han comenzado a revolverme el estómago con su hipocresía. Que su corrupción, vulgaridad, ingratitud, hipocresía y falsedad se hundan en el fondo de la tierra. Ahora me estoy alejando de las personas. He dirigido mi amor hacia los animales y las plantas.